Todos hemos recurrido a la pregunta. Ya sea ante situaciones de enfermedad, pobreza, fracaso o injusticia, en algún momento de la vida de toda persona el misterio del mal se hace patente, inquiriendo e incomodando, exigiendo una respuesta imposible para la razón.
Los niños de la calle nos enseñan a vivir el sufrimiento en clave de la esperanza de la Resurrección. Su mirada nos recuerda que lo muerto puede renacer.
Tal fue el caso del padre Matthieu Dauchez, un sacerdote francés que, como seminarista, fue enviado a la Fundación ANAK-Tnk, ubicada en Manila. En esta ciudad, muchos niños son abandonados en las calles, expuestos a la pobreza extrema y vulnerables a todo tipo de violencia. La misión de la fundación es acogerles y ser un apoyo en las necesidades esenciales, que no son, o no sólo, comida y algo de ropa, sino una familia, y lo que toda persona necesita por encima de todo: amar, y ser amado.
El padre Matthieu se acabó ordenando en Manila, y hoy es el director ejecutivo de la fundación, una labor que lleva realizando desde hace más de 20 años. En su libro ¿Por qué Dios permite esto? nos comparte su mirada sobre los niños de la calle, y nos muestra lo mucho que sus vidas y su pobreza explícita tienen que decir sobre la nuestra, quizás más discreta. Los que más sometidos están al mal nos enseñan, humildemente, con la sencillez de su alegría, como éste no puede ser explicado ni
Puedes conseguirlo en este enlace: Libro ¿Por qué Dios permite esto?
“No se responde al mal con una ecuación, sino con una efusión de amor. Los poderosos de nuestro mundo sufriente parecen no comprender esta lógica, pero los más pobres la han asimilado profundamente y la practican con generosidad”
Matthieu Dauchez
Este verano repetimos escapada de Hakuna: ¡volvemos a Filipinas del 8 al 24 de agosto! Con el deseo de empaparnos y aprender de esta realidad. Cuando leas el libro, lo entenderás todavía más. Un par de cosas, o tres:
Si es el momento, no lo dudes y apúntate.
Cualquier duda, escribe a escapadas@behakuna.com. ¡Es un equipazo!
El que no corre vuela, como las plazas, así que ¡CORRE!
Los Atormentados
El pasado jueves 3 de abril, estuvimos en la presentación de los Premios Adonáis 2024, en la Casa del Libro en Madrid. Tuvimos la oportunidad de hablar con María Paz Otero, ganadora del Premio Adonáis en 2023 con Los Atormentados, y compartimos algunas impresiones que dejamos en esta newsletter, que este mes dedica sus líneas a bucear en las incógnitas del sufrimiento.
En tu poemario, desde la poesía, y en tu trabajo en la psiquiatría, ¿cómo vives esta aproximación al dolor? ¿Qué significa escribir para el dolor? Recuerdo que en tu último poema dices: “Escribir de amor es más fácil”.
Lo que intento con el libro y, sobre todo con el dolor, son dos cosas: entender que es universal y que a todos nos afecta por igual, estemos en una planta de psiquiatría, en nuestro trabajo, en nuestra casa, donde sea; y aceptar la pluralidad de la vida y de la existencia, entender cómo se entremezclan tanto el dolor con la alegría, como al revés.
Siempre pongo este ejemplo, que es un poco prosaico, pero cuando uno está vomitando porque tiene una gastroenteritis, piensa que nunca se va a curar y que va a estar así siempre, «no me voy a curar nunca en la vida». Eso se puede trasladar a todos los momentos de sufrimiento: el ver que no es para siempre, que también se cuela la tranquilidad en los momentos de angustia y al revés.
¿Cómo ves en el paciente que vive su dolor y cómo te afecta a ti personalmente?
Yo creo que el sufrimiento humano, sea paciente o no, siempre nos conmueve y creo que es lo que debe pasar en la vida, si no, algo pasa. A mí me hace valorar más lo que tengo. Me conmueve, es cierto que cuando ejerces determinadas profesiones te acabas haciendo un poco impermeable, de alguna forma, para sobrevivir, porque si te dejaras traspasar por todas las cosas que escuchas no podríamos trabajar, o yo no podría trabajar; pero también hay que hacer un ejercicio de no ser demasiado impermeable, porque al final te desensibilizas un poco al escuchar desgracias, una tras otra. Para mí, la clave está en buscar el equilibrio: dejar que te afecte lo suficiente como para saber que la persona que tienes al lado está sufriendo, pero tampoco dejar que te traspase hasta el punto de no poder ayudar al otro. Si cada noticia triste nos destrozara, no podríamos ayudar, ni valorar lo que tenemos.
Dejar que te afecte y estar en contacto con el sufrimiento, porque sino vas por la vida de puntillas; pero no dejar que te tumbe, que no te ahogue.
Recomendaciones
Y para los más valientes:
Por cierto...
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